En la sociedad en la que vivimos, consideramos la comida como simples calorías, en lugar de priorizar el impacto de sus nutrientes en nuestra salud. Esto nos ha llevado a un modelo alimentario extremadamente simplista y generalizado, no siempre apoyado en evidencia científica.
Un factor importante en nuestra alimentación es la ingesta de grasas. En base a las más recientes investigaciones y en nuestra experiencia, el concepto de grasas saludables está cobrando sentido. Hasta hace poco se les tenía un miedo injustificado a las grasas, debido a su alto aporte energético. Pero el azúcar, los carbohidratos refinados y los alimentos procesados, sí que se postulan como las verdaderas causas del aumento de peso, enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2. Sin embargo, llevamos mucho tiempo cuestionando la grasa de la dieta y pautando a la población dietas de bajo contenido graso, sin tener conocimiento de sus múltiples funciones en el organismo.
La nutrición es una ciencia que está en constante actualización y debemos hacer el esfuerzo por trasladar las evidencias científicas más recientes a su práctica y por la individualización de las dietas. Cada persona tiene unos requerimientos nutricionales distintos, dependiendo de su sexo, edad, actividad física, patologías…En este sentido deberíamos saber que cada persona está en una situación metabólica diferente.
Por tanto, es fundamental para la salud tener en cuenta la nutrición en su globalidad, no solo en base a su aporte energético. Los nutrientes son mucho más que calorías: interaccionan con nuestros genes en el crecimiento y desarrollo, regulan el funcionamiento de nuestras células, y son efectores clave en la prevención y tratamiento de las enfermedades. Diferentes nutrientes con la misma cantidad de energía difieren en sus efectos sobre nuestro organismo.
Además, no debemos olvidar otros factores que influyen en nuestro metabolismo, como la microbiota y los aspectos ambientales cómo la exposición al estrés, a metales pesados y otros contaminantes.
Por tanto, herramientas avanzadas como la lipidómica, nutrigenómica o estudios de microbiota son necesarias para adquirir esta visión global de nuestro metabolismo y poder adecuar nuestra nutrición. El actual enfoque ortomolecular de la nutrición nos ofrece una perspectiva orientada a la salud global.